lunes, 10 de junio de 2013

Pérdidas y triunfos...

Lo he intentado, pero perdí.
No quise sentir, no quise quererte,
pero aquí estoy, esperando por ti...

He entrado en ese estado de estupidez constante,
De extrañarte hasta los huesos,
De añorar tu calor aunque sea un instante,
De desear con descontrol tus besos...

Ese loco estado de desesperación,
de angustia por no verte,
de deseo, de pasión,
de ansias de tenerte...

Lo he intentado, pero perdí.

Creí que sería fuerte,
pensé que podría soportar
Confié en que sería más poderosa mi mente,
y que a mi corazón podría controlar...

Y por esa misma razón es que ahora puedo razonar
y darme cuenta de que realmente no he perdido
noté que jamás debí pensar,
porque siempre que lo he hecho me he rendido.

Puedo decir, envuelta en un magnánimo éxtasis,
que no perdí, sino todo lo contrario.
Estoy triunfando frente a mis miedos, frente a mis inagotables análisis
frente a ese maldito prejuicio arbitrario.

Puedo decir después de todo este caldo de cabeza que, aunque lejos de lamentarlo, hay algo que he perdido. Sin embargo puedo afirmar, con total certeza, que lamentarse no tiene sentido...

Porque he perdido la capacidad de enjuiciar, de envolverme en capullos de seda
permitiéndome otra vez amar, dejando que mi espiritualidad interceda.
He perdido el miedo, el temor a la dulzura, el terror de perder lo poco que me queda...

Poco me importa lo que diga el resto, poco me importa si creen que no estás a mi altura.
Lo importante es lo que hemos vivido, y que gracias a todo esto,
puedo decir que a mis males (y a los tuyos), he encontrado la cura.